domingo, 7 de abril de 2013

Inmaculada de Soult



Nos encontramos ante La Inmaculada de Soult pintada por Bartolomé Esteban Murillo en el año 1678. Esta obra pictórica pertenece a la escuela española del arte barroco. Es un óleo sobre tabla y en la actualidad se encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España.

Esta obra nos muestra a la Virgen María en una posición central, rodeada de ángeles. Se la representa en una posición en la que se conjugan tanto su papel de Inmaculada como la Ascensión. Sus ropajes son azules y blancos, está apoyada sobre la Luna (representación de su poder) y su mirada se dirige hacia el cielo. Los ángeles de su alrededor la contemplan, mientras los de abajo la impulsan en su camino. Este cuadro destaca por lo etéreo que es, consiguiendo con sus finas pinceladas fundir las figuras con la atmósfera celestial. La luz procede desde la esquina inferior izquierda. El cuadro fue encargado por Justino de Neve para el Hospital de los Venerables de Sevilla, siendo expoliado y llevado a Francia durante la Guerra de la Independencia por el mariscal Soult (de ahí su sobrenombre) exponiéndose en el Louvre durante casi un siglo hasta que fue traída de vuelta a España en el año 1941, tras un intercambio de obras de arte entre el museo parisino y el Prado, de Madrid. Murillo destaca por su gran producción de Inmaculadas, uno de sus temas favoritos. Autor que tras empezar siendo tenebrista acabó desechándolo, se convirtió en uno de los pintores más importantes del país. Entre sus obras más importantes son, entre otras, “La sagrada familia del pajarillo”, “San Juanito y el cordero”, “Niños comiendo fruta” o “Niños jugando a los dados”.

Esta obra pertenece a la escuela española barroca cuyos principales autores son Ribera, Zurbarán, Velázquez y Murillo. Los dos primeros, más naturalistas, aunque atenúan el tenebrismo típico del barroco; los otros dos prefieren plasmar lo bello y noble, humanizando y haciendo digno incluso a los bufones y los pobres. Entre las obras más destacadas de Ribera encontramos el “Martirio de San Andrés” y “El sueño de Jacob”; entre las de Zurbarán “San Hugo en el refectorio” y sus diversos cuadros sobre monjes; de Velázquez, “Vieja friendo huevos” y, sobre todo, “La familia de Felipe IV o las Meninas”.

Cuando este cuadro fue realizado, España se encontraba en un momento de total decadencia política. El gran imperio mundial que tanto esfuerzo había costado a los primeros Austrias, Carlos I y su hijo Felipe II, se desbarataba debido a la incompetencia de sus sucesores, quienes se valían de validos para reinar, en vez de ejercer sus funciones como reyes. Sin embargo, este es también el Siglo de Oro de las artes y las letras españolas. Época de contrastes, de esplendor y pobreza, de solemnidad y opulencia, de luces y sombras.

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