Nos encontramos ante la fuente del Patio de los Leones de la
Alhambra de Granada realizado en el siglo XIV por orden del sultán nazarí
Muhammad V. Pertenece al arte nazarí.
Esta fuente está formada por 12 leones que sirven de apoyo a
lo que se podría considerar la fuente propiamente dicha. Los leones, siguiendo
los principios del arte islámico, no son realistas, sino que parecen más bien
perros o gatos, no fieras salvajes. Están localizados en el centro de uno de
los patios principales de la Alhambra. Este patio es de planta rectangular, con
2 templetes en los lados menores y 4 lados porticados de galerías a base de
arquerías sobre columnas de mármol y arcos que actúan como pantallas visuales.
En el sur podemos localizar la sala de los Abencerrajes; en el norte, la de las
Dos hermanas; en el oeste, la de los Mocárabes; en el este la de los Reyes.
Muhammad V mandó construir este patio siguiendo el ejemplo de su padre, Yusuf I
el cual había construido el Patio de los Arrayanes, el otro patio principal de
la zona palatina de la Alhambra, durante su reinado, demostrando así que su
poder no era menor que el de su progenitor.
Cuando esta fuente fue realizada, Al-Andalus había
desaparecido casi por completo, a los árabes tan solo les quedaba un último
reducto en la Península Ibérica: el reino nazarí de Granada. Tras su llegada a
la Península en el 711 y su rápida expansión detenida únicamente por la
escaramuza de Covadonga, liderada por Don Pelayo, habían dominado la antigua Hispania
durante muchos siglos. Comenzaron a formarse los reinos cristianos: Castilla a
partir del pequeño reducto que había quedado libre de la invasión musulmana;
Navarra y Aragón a partir de la marca hispánica de Carlomagno. Estos reinos
(especialmente Castilla y, en parte, también Aragón) comenzaron a expandirse reconquistando
múltiples territorios llegando a la determinante batalla de las Navas de Tolosa
en el 1212, momento en el que los castellanos obtendrán el poder y los
musulmanes se deberán recluir en Granada, último bastión que resistiría hasta
el año 1492 cuando los Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes
Católicos, acompañados por Don Gonzalo Fernández de Córdoba lograron conquistar
la última ciudad musulmana de España.