Nos encontramos ante
una pintura de un bisonte de la cueva de
Altamira (Cantabria), del Paleolítico Superior, concretamente del período
Magdaleniense (datada aproximadamente del 15.000 a.C. al 9.000 a.C.) de autor
desconocido y perteneciente a la escuela franco-cantábrica del arte rupestre.
Esta pintura está realizada sobre las paredes de piedra de
la cueva siendo un dibujo de carácter realista, fruto de una profunda
observación. Representa un bisonte en una posición estática y solo, sin
pertenecer a un grupo. Es una pintura policromada pintada mediante el método
del tamponado, con el contorno bien marcado, también es una figura de gran
tamaño en la que se aprovechan las rugosidades para dar un cierto volumen al
animal.
Esta obra pertenece a la pintura rupestre de la escuela
franco-cantábrica, localizada en el norte de España y en Francia. Las
características de esta escuela son el dibujo de animales estáticos de gran
tamaño que no forman grupos, tienen un gran naturalismo siendo imágenes
policromadas pintadas mediante el método del tamponado el cual consiste en
dibujar primero la silueta y después colorear el interior golpeando la superficie
con los dedos tras cubrirlos con piel y untarlos en pintura, la cual se obtenía
con roca pulverizada aglutinada con grasa o con madera quemada (para obtener el
color negro). Además, aprovechaban la rugosidad de las paredes en las que
pintaban para aportar cierta sensación de volumen, además de un poco de
perspectiva. Esta pintura será sucedida poco después, en el Mesolítico, por la
de la escuela levantina centrada en el este peninsular y que difiera bastante
con esta otra escuela ya que se cambia el lugar en el que se pinta (ahora en
lugares poco profundos de las cuevas), se usa la escala y el movimiento y
aparecen los seres humanos, sin embargo, se pasa del naturalismo a una pintura
más bien abstracta, al esquematismo de los dibujos que continuará así hasta la
Edad del Bronce. Finalmente, no conocemos cómo comenzó el hombre a pintar,
aunque hay varias teorías: por una parte tenemos la teoría de Henry Breuil o
mágico-simpática que nos dice que el hombre, para propiciar la caza creía que
debía pintar la imagen del animal que deseaba cobrar, era una forma de
asegurarse la caza, sin embargo, las figuras más representadas son bisontes y
caballos, mientras se solían cazar más renos y ciervos; por otra, la teoría de
Leroi-Gorhan o religiosa que nos dice que los cuevas eran lugares sagrados
donde se realizaban ritos de iniciación, cosa que se intuye debido a la
disposición, mostrando un complejo sistema de creencias en el que los bisontes
y caballos representarían lo masculino y femenino (opuestos que se unen para
generar vida), siendo los renos y ciervos un segundo nivel de creencias;
finalmente, también se cree que el ser humano, cuando tenía tiempo libre,
comenzó a pintar y dibujar de forma espontánea siendo conocida esta teoría como
“El arte por el arte”.
Esta pintura se realizó en el Paleolítico Superior, en esta
época el ser humano era nómada, es decir, no vivía en un lugar determinado sino
que iba desplazándose de un lugar a otro en busca de alimentos, pues era un
depredador. Sus principales actividades eran la caza y la recolección por lo
que usaban la piedra tallada para crear sus propios utensilios, adaptados para
su uso en el entorno glaciar en el que habitaban, pero poco después se
producirá el deshielo que provocará que el ser humano comience a cambiar sus
hábitos, de forma que todo esto concluya con la entrada de los hombres en la
Historia.
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