Nos encontramos ante La Inmaculada de Soult pintada por
Bartolomé Esteban Murillo en el año 1678. Esta obra pictórica pertenece a la
escuela española del arte barroco. Es un óleo sobre tabla y en la actualidad se
encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España.
Esta obra nos muestra a la Virgen María en una posición
central, rodeada de ángeles. Se la representa en una posición en la que se
conjugan tanto su papel de Inmaculada como la Ascensión. Sus ropajes son azules
y blancos, está apoyada sobre la Luna (representación de su poder) y su mirada se
dirige hacia el cielo. Los ángeles de su alrededor la contemplan, mientras los
de abajo la impulsan en su camino. Este cuadro destaca por lo etéreo que es,
consiguiendo con sus finas pinceladas fundir las figuras con la atmósfera
celestial. La luz procede desde la esquina inferior izquierda. El cuadro fue
encargado por Justino de Neve para el Hospital de los Venerables de Sevilla,
siendo expoliado y llevado a Francia durante la Guerra de la Independencia por
el mariscal Soult (de ahí su sobrenombre) exponiéndose en el Louvre durante
casi un siglo hasta que fue traída de vuelta a España en el año 1941, tras un
intercambio de obras de arte entre el museo parisino y el Prado, de Madrid.
Murillo destaca por su gran producción de Inmaculadas, uno de sus temas favoritos.
Autor que tras empezar siendo tenebrista acabó desechándolo, se convirtió en
uno de los pintores más importantes del país. Entre sus obras más importantes
son, entre otras, “La sagrada familia del pajarillo”, “San Juanito y el
cordero”, “Niños comiendo fruta” o “Niños jugando a los dados”.
Esta obra pertenece a la escuela española barroca cuyos
principales autores son Ribera, Zurbarán, Velázquez y Murillo. Los dos
primeros, más naturalistas, aunque atenúan el tenebrismo típico del barroco;
los otros dos prefieren plasmar lo bello y noble, humanizando y haciendo digno
incluso a los bufones y los pobres. Entre las obras más destacadas de Ribera
encontramos el “Martirio de San Andrés” y “El sueño de Jacob”; entre las de
Zurbarán “San Hugo en el refectorio” y sus diversos cuadros sobre monjes; de
Velázquez, “Vieja friendo huevos” y, sobre todo, “La familia de Felipe IV o las
Meninas”.
Cuando este cuadro fue realizado, España se encontraba en un
momento de total decadencia política. El gran imperio mundial que tanto
esfuerzo había costado a los primeros Austrias, Carlos I y su hijo Felipe II,
se desbarataba debido a la incompetencia de sus sucesores, quienes se valían de
validos para reinar, en vez de ejercer sus funciones como reyes. Sin embargo,
este es también el Siglo de Oro de las artes y las letras españolas. Época de
contrastes, de esplendor y pobreza, de solemnidad y opulencia, de luces y
sombras.
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