martes, 22 de enero de 2013

Santa Cena



Nos encontramos ante la Santa Cena de Leonardo da Vinci. Fue realizado entre los años 1495 y 1497. Es una pintura perteneciente al Cinquecento del Renacimiento italiano. Se encuentra en una iglesia de Milán.

Este cuadro pintado en temple y óleo sobre yeso, representa el momento en el que Jesús revela la traición que uno de los apóstoles iba a cometer. Hay muchas especulaciones sobre esta obra, que también ha sufrido diversas investigaciones. La perspectiva es lineal y piramidal. Los personajes se dividen en grupos de tres, exceptuando a Jesús que está en el centro solo. En los rostros de los apóstoles podemos apreciar su sorpresa debido al anuncio de su maestro y la especulación al imaginar quién sería el traidor.

Esta obra pertenece al Cinquecento del Renacimiento italiano. Leonardo es un artista polifacético, ideal del saber humanista, investigador, conoce las obras del Quatrocento y muchas obras clásicas que le influyen. Incluye en sus obras la perspectiva aérea, el estudio racional de la naturaleza, desestimando el valor del principio de la autoridad. Cree que la ciencia y el arte van unidos.

Cuando esta obra fue realizada, los artistas comenzaban a buscar la perfección de la antigüedad clásica. Se imitaban los modelos clásicos debido a un redescubrimiento del mundo antiguo. Este período se caracteriza porque el artista deja de ser un mero artesano para alcanzar una gran importancia ya que es un genio creador (debido al humanismo y al antropocentrismo, que cambiarían la mentalidad de la época radicalmente)

La Escuela de Atenas



Nos encontramos ante la Escuela de Atenas de Rafael. Realizada entre los años 1509 y 1510. Es una pintura perteneciente al Cinquecento del Renacimiento italiano. Se encuentra en los Museos Vaticanos.

Esta obra es un fresco. Con ella, el autor intenta mostrarnos la unión entre filosofía y religión (católica). Rafael imagina la Academia de Platón basándose en las ideas de Bramante para la basílica de San Pedro. En el centro (constituyendo la escena principal) están Platón (con los rasgos de Leonardo da Vinci) y Aristóteles, los más grandes filósofos griegos a los que cristianizaron San Agustín y Santo Tomás. A su alrededor, numerosos filósofos griegos y no griegos, personificados con los rostros de numerosos artistas famosos. Por ejemplo, Heráclito (en el suelo en primera plana, apoyado y escribiendo) tiene los rasgos de Miguel Ángel, Euclides (totalmente a la derecha) los de Bramanta. Además, también encontramos a otros filósofos como Diógenes, Zenón, Epicuro… El propio Rafael se representa a sí mismo (es el joven a la izquierda de pelo negro). Otras obras destacadas de este autor serían, entre otras, Las tres gracias, San Jorge y el Dragón o El Santo entierro.

Esta pintura pertenece a la pintura del Cinquecento italiano, durante el cual los autores presentan, ante todo, una serie de rasgos propios. Rafael se caracteriza por ser un pintor ecléctico pero con estilo propio y original, pintor de la gracia, la belleza, la dignidad, la armonía, la perfección, lo académico… Pronto se convertiría en el pintor favorito de los Papas y muchos nobles ya que su pintura toca un gran número de temas diferentes (religión, filosofía…)

Cuando esta obra fue realizada, Italia se hallaba en pleno renacimiento. Comenzó una gran rivalidad entre Florencia – cumbre del renacimiento, centro cultural del mundo – y Roma – capital italiana, ciudad más importante desde siempre en la península – por tener las mejores obras de arte y contratar a los mejores artistas a su servicio. Mientras en Florencia destacaban los Médicis – representantes de la burguesía, del nuevo orden, los “nuevos ricos” – mientras en Roma estaban los Papas – representantes del poder de la Iglesia, el poder clásico, el orden medieval y feudal. Esta competencia, propiciarían la creación de las grandes obras de la humanidad.

La pietà del Vaticano



Nos encontramos ante La Pietà de Miguel Ángel. Realizada entre los años 1496 y 1501. Esta obra pertenece a la escultura del Cinquecentto del Renacimiento italiano. Se encuentra en San Pedro del Vaticano.

Esta obra nos muestra a la Virgen con Jesús muerto entre sus brazos siendo un conjunto escultórico de forma piramidal. Está realizada en mármol blanco, esculpida de forma detallada aunque concebida para su vista frontal por lo que la parte posterior no está muy trabajada. Un detalle importante a destacar es su acabado perfecto, con un acabado completamente liso, poco frecuente en este autor. Centrándonos en la figura de María, debemos mencionar que su rostro se representa sereno, sin sufrimiento, aunque al mismo tiempo, hay un halo de tristeza que la envuelve, tal vez por la posición de la cabeza o de los ojos, los cuales están entornados. Se la representa como una mujer joven, más joven incluso que su hijo. Sus ropajes están llenos de pliegues. Por otra parte, la cara del Cristo es también serena, como si no hubiera muerto de una forma horrible, muestra paz y calma pareciendo dormido. Las heridas en sus manos y costado están esculpidas de forma limpia e impecable. Está prácticamente desnudo, exceptuando el sudario que le cubre. Finalmente, debemos añadir que sobre el pecho de la virgen hay una cinta que dice: “Miguel Ángel Buonarotti florentino, me hizo”. Otras obras destacadas de este fecundo autor fueron el David, el Moisés (tumba de Julio II) o la Pietà Rondanini entre otras.

Esta escultura pertenece al Cinquecentto del Renacimiento italiano. Este se caracterizaba por el seguimiento de los cánones escultóricos de la antigüedad clásica, siendo el Laocoonte una de las obras que más inspirarían a los autores. Cada autor tenía su técnica y cada obra era un mundo pero, Miguel Ángel, autor de esta escultura, tuvo dos períodos escultóricos de los que podemos extraer una serie de características: hasta 1534 es su período clasicista (belleza y armonía moral y física, proporciones y acabados perfectos…) y desde 1534 hasta 1564 es su período de crisis (más importante la expresión que la forma, no le interesa la perfección ideal, manierismo). Otros autores destacados serían Giambologna y Benvenuto Cellini.

Cuando esta obra fue hecha, el mundo se hallaba en un “renacimiento”, una vuelta a los cánones clásicos, al mundo antiguo. Todo esto se debía al descubrimiento de la ciudad de Pompeya. La burguesía enriquecida intentaba mostrar su poderío mediante la contratación de artistas a los que tomaban bajo su protección para que pintara cuadros e hiciera esculturas. Florencia, gracias sobre todo a los Médicis y al gran Miguel Ángel, pasaría a ser la ciudad más importante, el centro cultural de Europa.

El nacimiento de Venus



Nos encontramos ante el Nacimiento de Venus, realizado por Sandro Botticelli en el 1485. Pertenece a la pintura del Quattrocento del Renacimiento italiano. En la actualidad se encuentra en la Galería de los Uffizi.


Esta obra es una témpera sobre lienzo que representa el momento en el que la diosa romana Venus – diosa del amor – nace de entre las aguas fecundadas por Urano. Aquí podemos ver como el viento la empuja hasta la isla de Citera donde la espera Flora o la Primavera, vestida con una túnica de flores y con otra igual para cubrir a la diosa. La figura de la diosa se cubre púdicamente, como las Venus púdicas de la Antigüedad. Los vientos que la acompañan son el Céfiro y la Brisa, representada por la diosa Aura. Los ropajes se pegan a los cuerpos, destacando cada uno de los pliegues y detalles. El pintor se inspiró en el relato homérico del nacimiento de la diosa para realizar este cuadro, encargo de un Médici para su finca de verano. La otra gran obra de este autor es La Primavera.

Esta obra pertenece a la pintura renacentista del Quattrocento italiano la cual destaca por intentar imitar la grandiosidad de las obras de la Antigüedad griega y romana, aunque se encuentra con la problemática de la inexistencia de modelos, teniendo que guiarse mediante descripciones. Destacan una gran cantidad de autores como Fra Angelo, Filippo Lippi, Masaccio, Piero della Francesca y Mantegna.

Cuando este cuadro fue realizado, Italia se hallaba en su momento de gran esplendor artística. Florencia se convirtió en el centro del mundo cultural gracias a familias de mecenas como los Médici, los cuales protegían a los artistas y les encargaban cuadros. El resurgir del interés por Grecia y Roma hace que las nuevas composiciones artísticas se basen en ellas – a pesar de la dificultad por encontrar modelos pictóricos. La vida ya no giraba alrededor de Dios sino de los hombres. 

Virgen con el niño de Filippo Lippi



Nos encontramos ante la Virgen con el niño de Filippo Lippi realizado en el 1445. Es una obra perteneciente al Quattrocento del Renacimiento italiano. En la actualidad se encuentra en la Galería de los Uffizi.

Este cuadro realizado en témpera sobre madera representa a la Virgen junto al niño y dos ángeles. Estos levantan al niño para que su madre, en actitud orante, pueda cogerlo. Destaca la gran humanidad en los rostros de los protagonistas (el de María inspirado en su amante). Uno de los ángeles involucra al espectador en la escena al mirar al público. El pintor introduce la sensación de volumen y profundidad mediante la ventana del fondo. Este pintor destaca por las formas suaves y los colores vivos, además de los primerísimos planos. Los adornos de la Virgen y la riqueza de su tela se inspiran en la pintura flamenca. Esta obra y algunas otras de Filippo Lippi inspirarían a Botticelli.

La pintura del Quattrocento italiano se basa en los modelos clásicos de la pintura aunque era bastante difícil de imitar ya que apenas se conservan restos originales (la pintura era poco común en Grecia y Roma) y se tenían que basar en algunas descripciones. Algo común en las pinturas era la proporción aurea (1x1’618). Hay una gran cantidad de pintores pero, entre ellos, destacan Masaccio, Fra Angélico, Piero della Francesca, Mantegna y el gran Sandro Botticelli.

Cuando este cuadro fue realizado Europa, y especialmente Italia, se habían convulsionado debido a un hallazgo: las ruinas de Pompeya. Esto provocó un interés creciente por la Antigüedad la cual se tomó por modelo a seguir en todas sus vertientes. Apareció el pensamiento humanista, renacieron las artes y la filosofía de Platón y Aristóteles. La sociedad avanza hacia el antropocentrismo y la temática del arte deja de ser religiosa. Aparecen los mecenas, protectores de las artes y la ciudad de Florencia se transforma en el centro cultural del mundo.

sábado, 19 de enero de 2013

Madonna de Crévole



Nos encontramos ante la Madonna de Crévole realizada entre los años 1283-84 por Duccio di Buoninsegna. Es una pintura perteneciente a la escuela de Siene de la pintura gótica italiana.

Esta obra es una pintura realizada en tempera y oro sobre madera y representa a la Virgen con el niño en brazos. Vemos como ella tiene la cabeza un poco agachada, permitiendo con el niño toque su rostro con ternura y delicadeza. El autor intenta transmitir delicadeza y cariño en esta imagen, humanizando las imágenes de los personajes divinos pues no vemos al Hijo de Dios y su madre, sino a una madre con su bebé. El rostro de ella es muy alargado, con los ojos juntos y sus ropajes presentan una gran cantidad de pliegues, al igual que el pequeño manto que cubre al niño. Las líneas son finas y el color es decorativo en lugar de plástico. Se observa claramente la influencia bizantina tanto en los colores como en la ternura que nos transmite. En las esquinas superiores observamos dos pequeños ángeles, típicas miniaturas de estas obras.

Este cuadro pertenece a la escuela de Siena de pintura gótica italiana. Esta se caracteriza por su gran influencia bizantina (colores y sentimentalismo), los trazos finos, las miniaturas y el color decorativo en lugar de plástico. Destacan numerosos pintores como Duccio di Buoninsegna, autor de este cuadro; Simone Martini autor de diversas obras de tema religioso, además de un retrato ecuestre; los hermanos Lorenzetti quienes crean el tema de la Virgen de la Humildad. Este arte sería trasladado más tarde a Cataluña por los Hermanos Serra y Ferrer Bassá. Destaca por su similitud y unión con la escuela florentina.

Cuando esta obra fue realizada, Europa se hallaba en una época de intenso cambio. Los cambios económicos habían propiciado el auge de las ciudades y de la burguesía, comerciantes ricos sobre todo, quienes comenzaron a controlar los gobiernos locales. Sin embargo, la pobreza seguía siendo habitual en los campesinos quienes padecían además un gran número de enfermedades como la peste. Los burgueses adinerados se convertirán en mecenas de las artes, permitiendo su gran auge.

Matrimonio Arnolfini



Nos encontramos ante el cuadro titulado El matrimonio Arnolfini realizado por los hermanos Hubert y Jan van Eyck (atribuido principalmente a Jan) en el año 1434. Esta obra pertenece a la escuela flamenca de la pintura gótica.

Este cuadro es una pintura en óleo realizada con pincel. Representa como el matrimonio Arnolfini contraía nupcias. Él, era un rico banquero italiano asentado en Flandes, cuya riqueza podemos comprobar tanto en los ropajes de los protagonistas, como en la decoración de la habitación. Podemos observar como los dos jóvenes están contrayendo matrimonio. Ambos tienen las manos unidas pero, mientras él levanta su mano derecha reflejando un juramento, ella posa la suya en su vientre, en señal de fertilidad. La obra presenta un gran simbolismo: por una parte, los colores predominantes – verde y rojo – simbolizan fertilidad y pasión; los dos pares de zuecos representan la función de cada miembro del matrimonio, los de él, más cercanos a la puerta indican su obligación de trabajar para mantener a la familia y los de ella, en el fondo y junto a la cama, indican su obligación de permanecer en casa para atenderla y cuidar de la familia; el perro indica fidelidad; los rosarios situados a la izquierda del espejo muestran la obligación de ser devotos y orar con frecuencia; en el cabecero de la cama podemos observar una borla (clara alusión a la fertilidad) sobre la que se encuentra la imagen de Santa Margarita, patrona de los partos, aunque también podría ser Santa Marta, patrona del hogar; al llevar los pies descalzos indican que están en un lugar sagrado. Finalmente, también debemos añadir que en el espejo del fondo, rodeado por 10 de las 14 estaciones del Via Crucis, podemos observar el reflejo de los dos pintores que actúan como testigos de este enlace.

La pintura gótica de la escuela flamenca se caracteriza por la fuerte iluminación, el uso del volumen, la minuciosidad y el detallismo, la representación de imágenes y objetos cotidianos, la inexistencia de la perspectiva científica y la no idealización. Por otra parte, debemos destacar el amor al paisaje y el estudio de la composición. Los temas más usuales eran los burgueses aunque también había un fuerte protagonismo de la religión en ellos. Destacan los hermanos Hubert y Jan van Eyck autores del cuadro ya comentado además de algunas Vírgenes y del Cordero místico de San Bavón en Gante; Petrus Christus cuya temática era religiosa; Roger van der Weyden autor de, entre otros cuadros, el Descendimiento; Hans Memling autor del Tríptico de la adoración de los Reyes Magos; Robert Campín, que representó sobretodo vírgenes y santos; Brueghel, autor de obras de tema burgués; El Bosco cuyo cuadro más famoso es el Jardín de las Delicias. Finalmente, nombrar a Dierick Bouts, Hugo van der Goes; Gerard David; Gerardo de San Juan y Patinir.

Cuando este cuadro fue realizado, Europa se hallaba en una época de grandes transformaciones. Tras numerosas mejoras económicas, la población se marcha a las ciudades donde la burguesía comenzará a controlar a la población. A pesar de todas estas mejoras, la población más pobre vivirá en una crisis constante, acechados por el hambre y las enfermedades como la peste. Los burgueses se convertirán en los primeros mecenas de las artes, favoreciendo la construcción de las grandes catedrales y la realización de obras pictóricas.

Virgen de Montserrat



Nos encontramos ante la Virgen de Montserrat de autor desconocido. Es una escultura del S.XII, perteneciente a la escuela catalana del arte románico.

Esta estatua, que mide 95 centímetros y está realizada en madera de álamo, representa a una Virgen sedente con el niño en brazos. Destaca por su rigidez y su hieratismo, característico de la estatuaria románica. Lleva en su mano la bola que simboliza al mundo (fuerte carácter simbólico de los elementos) y, el niño, levanta la mano derecha dando su bendición al mundo mientras sostiene en su mano izquierda una piña. La imagen está policromada completamente en tonos dorados, exceptuando la cara y mano de la Virgen y el niño que son de color negro. El uso de este color en las Vírgenes románicas es usual, aunque no se conoce el motivo de este cambio. La finalidad de esta estatua es didáctica (enseñar al pueblo la grandiosidad de la Madre de Dios).

La escultura románica está íntimamente ligada a las fachadas de las iglesias siendo casi exclusiva en ellas. Los temas principales eran la exaltación de la gloria de Cristo – el cual solía representarse rodeado por los tetramorfos, figuras alegóricas de los cuatro evangelistas -, el Apocalipsis… Sin embargo, también podemos apreciar algunas veces imágenes paganas como monstruos los cuales infundían temor en los hombres. Esta estatuaria se caracterizaba por el esquematismo, antinaturalismo, simbolismo, rigidez, simetría e hieratismo. Interesaba más el contenido que la imagen en sí, ya que su función era didáctica, por lo que a veces no estaban muy cuidadas. Por otra parte, también se representaban imágenes (principalmente crucificados y vírgenes entronizadas).

Cuando esta virgen fue realizada Europa se hallaba sumergida en plena Edad Media. Esta etapa se caracteriza por ser un período convulso, de frecuentes guerras y mucha miseria. Sin embargo, es la primera vez que Europa entera – separada en diversos reinos y no con un gobierno común – comparte dos características: la primera, el cristianismo que sería la religión oficial de prácticamente todo el continente (exceptuando las áreas paganas del noreste y las ortodoxas del Imperio Bizantino); la segunda, el arte románico que derivaría de esta unidad religiosa, del temor del fin del mundo en el año 1000 y de las peregrinaciones, aunque sería un arte de muy corta duración ya que enseguida se vio sustituido por la grandiosidad de las catedrales góticas.

Pantocrátor de San Clemente de Taull



Nos encontramos ante el Pantocrátor de la iglesia de San Clemente de Tahull (Lérida) de autor desconocido y pintado en el siglo XII. Pertenece a la pintura románica de la escuela catalana (inspirada en la italo-bizantina). Actualmente se encuentra en el Museo de Arte Nacional de  Cataluña.

Esta obra, una pintura al fresco localizada en el ábside de la iglesia, representa a un Cristo Pantocrátor (todo poderoso, del griego παν – todo – y  κρατος – poderoso) dentro de una mandorla, flanqueado por dos ángeles los cuales le dan una visión apocalíptica y las representaciones de los evangelistas a sus pies. Más abajo, ya en el muro, podemos apreciar como aparecen representados dentro de unos fingidos arcos y columnas la Virgen y cinco de los apóstoles. Podemos observar la gran influencia italo-bizantina que tiene esta obra debido a la falta de volumen y efectos espaciales, la simetría compositiva y el grueso trazo de las líneas que aparecen como elementos decorativos básicos. Por otra parte, también debemos destacar el paralelismo y la frontalidad de las figuras, además de los fondos monocromos. Un último detalle a destacar en esta imagen son las palabras escritas en el libro que porta el Cristo: EGO SUM LUX MUNDI, es decir, yo soy la luz del mundo dejando clara la intencionalidad, no sólo religiosa, sino también didáctica de esta obra.

Esta obra se engloba dentro de la pintura románica. Esta se caracteriza por la preponderancia escultórica y la poca pintura (aunque siempre policromada). Hay dos principales influencias, la carolingia (movimiento, expresividad, realismo plástico) y la bizantina (sin volumen ni efectos espaciales, simetría compositiva, contornos delimitados por trazos oscuros). A parte de esto, también se caracteriza por las posturas paralelas, el fondo monocromo, la frontalidad y el muro al fresco con retoques al temple. La iconografía se caracteriza por el Pantocrátor con los tetramorfos en el ábside, la Virgen con los apóstoles en el nivel inferior, pasajes del Evangelio o alegorías en el resto de muros y escenas del Juicio Final a los pies. En España, dentro de la pintura mural, destacan la escuela catalana inspirada en el estilo italo-bizantino (algunos ejemplos de aquí serían San Clemente de Taull, Santa María de Taull y  San Baudelio de Berlanga) y la escuela de Castilla y León de influencia carolingia (algunos ejemplos serían la Cripta de San Isidoro de León, San Justo en Segovia, San Juan de la Peña, San Román de Toledo y San Pedro de Arlanza). En la pintura sobre tabla destacan los altares dedicados a Cristo y, en menor medida, la Virgen y los Santos titulares de la iglesia. Finalmente, otro importante tipo de arte son los tapices como el Tapiz de Bayeux o las miniaturas que aparecen en la biblia y los manuscritos.

El período de este arte se caracteriza por ser el primer estilo internacional de Occidente el cual apareció gracias a la unidad espiritual del continente. Se extendió con rapidez gracias a las peregrinaciones, muy habituales en aquella época, como el Camino de Santiago. Del siglo V al X hubo una gran variedad regional, cosa que provocó un rápido cambio al arte gótico (en el S.XII ya se hacían construcciones góticas en París).