Nos encontramos ante el Nacimiento de Venus, realizado por
Sandro Botticelli en el 1485. Pertenece a la pintura del Quattrocento del
Renacimiento italiano. En la actualidad se encuentra en la Galería de los
Uffizi.
Esta obra es una témpera sobre lienzo que representa el
momento en el que la diosa romana Venus – diosa del amor – nace de entre las
aguas fecundadas por Urano. Aquí podemos ver como el viento la empuja hasta la
isla de Citera donde la espera Flora o la Primavera, vestida con una túnica de
flores y con otra igual para cubrir a la diosa. La figura de la diosa se cubre
púdicamente, como las Venus púdicas de la Antigüedad. Los vientos que la
acompañan son el Céfiro y la Brisa, representada por la diosa Aura. Los ropajes
se pegan a los cuerpos, destacando cada uno de los pliegues y detalles. El
pintor se inspiró en el relato homérico del nacimiento de la diosa para
realizar este cuadro, encargo de un Médici para su finca de verano. La otra
gran obra de este autor es La Primavera.
Esta obra pertenece a la pintura renacentista del
Quattrocento italiano la cual destaca por intentar imitar la grandiosidad de
las obras de la Antigüedad griega y romana, aunque se encuentra con la
problemática de la inexistencia de modelos, teniendo que guiarse mediante
descripciones. Destacan una gran cantidad de autores como Fra Angelo, Filippo
Lippi, Masaccio, Piero della Francesca y Mantegna.
Cuando este cuadro fue realizado, Italia se hallaba en su
momento de gran esplendor artística. Florencia se convirtió en el centro del
mundo cultural gracias a familias de mecenas como los Médici, los cuales
protegían a los artistas y les encargaban cuadros. El resurgir del interés por
Grecia y Roma hace que las nuevas composiciones artísticas se basen en ellas –
a pesar de la dificultad por encontrar modelos pictóricos. La vida ya no giraba
alrededor de Dios sino de los hombres.
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