Nos encontramos ante la Virgen de Montserrat de autor
desconocido. Es una escultura del S.XII, perteneciente a la escuela catalana
del arte románico.
Esta estatua, que mide 95 centímetros y está realizada en
madera de álamo, representa a una Virgen sedente con el niño en brazos. Destaca
por su rigidez y su hieratismo, característico de la estatuaria románica. Lleva
en su mano la bola que simboliza al mundo (fuerte carácter simbólico de los
elementos) y, el niño, levanta la mano derecha dando su bendición al mundo
mientras sostiene en su mano izquierda una piña. La imagen está policromada
completamente en tonos dorados, exceptuando la cara y mano de la Virgen y el
niño que son de color negro. El uso de este color en las Vírgenes románicas es
usual, aunque no se conoce el motivo de este cambio. La finalidad de esta
estatua es didáctica (enseñar al pueblo la grandiosidad de la Madre de Dios).
La escultura románica está íntimamente ligada a las fachadas
de las iglesias siendo casi exclusiva en ellas. Los temas principales eran la
exaltación de la gloria de Cristo – el cual solía representarse rodeado por los
tetramorfos, figuras alegóricas de los cuatro evangelistas -, el Apocalipsis…
Sin embargo, también podemos apreciar algunas veces imágenes paganas como
monstruos los cuales infundían temor en los hombres. Esta estatuaria se
caracterizaba por el esquematismo, antinaturalismo, simbolismo, rigidez,
simetría e hieratismo. Interesaba más el contenido que la imagen en sí, ya que
su función era didáctica, por lo que a veces no estaban muy cuidadas. Por otra
parte, también se representaban imágenes (principalmente crucificados y
vírgenes entronizadas).
Cuando esta virgen fue realizada Europa se hallaba sumergida
en plena Edad Media. Esta etapa se caracteriza por ser un período convulso, de
frecuentes guerras y mucha miseria. Sin embargo, es la primera vez que Europa
entera – separada en diversos reinos y no con un gobierno común – comparte dos
características: la primera, el cristianismo que sería la religión oficial de prácticamente
todo el continente (exceptuando las áreas paganas del noreste y las ortodoxas
del Imperio Bizantino); la segunda, el arte románico que derivaría de esta unidad
religiosa, del temor del fin del mundo en el año 1000 y de las peregrinaciones,
aunque sería un arte de muy corta duración ya que enseguida se vio sustituido
por la grandiosidad de las catedrales góticas.
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